Violencia en TV y su efecto en niños y adolescentes

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Violencia en TV y su efecto en niños y adolescentes 2017-03-29T17:10:17+00:00

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Cuando alcanza la edad de 12 años, un niño/a medio/a ha visto 100.000 actos de violencia.Aronson, 1995

La educación no se circunscribe a los límites del aula y del centro educativo, abarca otros contextos en los que el sujeto entra en contacto con factores que no sólo influirán en los procesos de aprendizaje en el microcontexto del aula, sino que también constituirán por sí mismos fuentes de aprendizaje, ya sea positivo o negativo. Dentro de este exocontexto, uno de los elementos que mayor posibilidad de influencia tienen sobre el sujeto es la televisión, especialmente en los niños y, en menor medida, también en los adolescentes.

La TV ha devenido en una presencia hegemónica e inevitable en la vida del niño debido a su amplísima extensión en los hogares. La frecuente utilización de la misma como “niñera” por los padres, unida a su fuerte interés como fuente de estímulos atractivos, hace que la cantidad de tiempo a lo largo del cual ejerce su influencia sea más que considerable. Debido al extenso tiempo que el niño suele pasar ante ella, la TV supone un elemento esencial en la construcción que hace de la realidad. Aporta información que se inscribirá en el campo de conocimientos previos del niño y lo configurará en parte. La forma en que se presenta esta información activa ciertos procesamientos cognitivos en detrimento de otros. De esta manera, influye en cómo se insertarán posteriormente nuevos conocimientos y en los procedimientos cognitivos que se utilizarán principalmente en la percepción y asimilación de la realidad.

También resulta un agente socializador de importancia, debido a su transmisión implícita de ideologías y valores. Lamentablemente, los valores habitualmente asociados a los mensajes televisivos no son positivos ni prosociales. Entre estos valores se encuentran: La competitividad; el consumo; los estereotipos sexistas; el dinero como valor supremo; la mayor importancia de la apariencia frente a la esencia; el culto a la juventud, la fuerza y el sexo; y, por último, la legitimidad de la violencia. Un ejemplo perfecto: La canción de la serie infantil Pokemon dice textualmente “hazte con todos, es mi misión, hazte con todos, seré el mejor así”, un mensaje bastante elocuente

De entre las influencias variadas del medio televisivo en el niño, en esta reflexión me centraré en la exhibición de la violencia en la TV y sus posibles consecuencias. En primer lugar expondré los efectos que se supone produce sobre el niño. A continuación aportaré posibles soluciones al problema y para finalizar, abordaré algunos de los aspectos positivos de este medio tan frecuentemente denostado, pero no por ello carente de posibles efectos beneficiosos.

Efectos de la violencia en la TV en niños y adolescentes

Introducción

Esta exposición de los efectos de la manifestación de la violencia en la televisión responde a la intención de mostrar una de las formas en que la TV “educa en valores” a los niños o adolescentes. Las fuentes de donde han surgido los efectos aquí expuestos son, por una parte teorías formuladas específicamente en relación a este tema, y por otra, teorías extraídas de diferentes áreas de la Psicología que he considerado pueden aportar información relevante. Previamente, sin embargo, he creído pertinente conceptualizar el término de “violencia” en aras de una mayor claridad.

Conceptualización de violencia

Existe una cierta tendencia a utilizar el término “violencia” referido a ciertos contenidos de la TV sin especificar sus límites conceptuales. Respecto a este tema hay varios criterios, desde muy liberales hasta muy conservadores. Algunos consideran que los actos violentos en contextos cómicos no son violencia per se, dado que su mensaje es explícitamente onírico-cómico; otros citan la diferencia entre buena y mala violencia según sea ejercida por unos grupos u otros; y otros califican de violencia los actos más nimios de manifestación de desacuerdo. Sin embargo, dentro del contexto empírico, la mayoría se sitúa en un punto medio relativamente homogéneo. En mi caso, trataré de ser exhaustivo sin ser excesivo y utilizaré una definición de violencia de cosecha propia y con fines puramente operativos.

Violencia es la conducta humana dirigida intencionalmente a infligir en la propia persona o en otras, por diversos medios y en diversos grados, daño físico, daño psíquico o muerte.

Por otra parte, cabe plantearse si entre la idea de violencia que ostentan los expertos y la que poseen los niños y adolescentes podrían existir diferencias, dado que son en último término los niños y adolescentes quienes se ven sometidos a su visionado. Podría darse el caso de que difiriesen entre sí, y nos encontraríamos proyectando nuestra mentalidad sobre un grupo con conceptos diferentes. Sin embargo, algunos estudios en esta dirección afirman que aquello que los expertos entienden por violento no parece diferir de lo que los propios niños y adolescentes identifican como tal (Greenberg, B.S., 1972).

Aumento de excitación fisiológica

La teoría del arousal, desarrollada por P.H. Tannenbaum, afirma que el visionado de escenas de violencia en TV produce un aumento de la excitación fisiológica que predispondría al sujeto a la respuesta violenta (Tannenbaum&Zillman, 1975). Sin embargo, la experimentación realizada al respecto es, en palabras del propio Tannenbaum, insuficiente aún para ofrecer resultados realmente concluyentes.

Desensibilización

Para Leonard Berkowitz, la TV, en determinadas circunstancias, podría producir un incremento de la agresión interpersonal debido al mecanismo de desinhibición que produce. El mecanismo de dicha desinhibición pasaría por una desensibilización hacia las consecuencias de la violencia(Berkowitz, L. 1962). Concretando la formulación de la desensibilización, es frecuente en dibujos animados y otros contextos televisivos presentar actos violentos en los que víctima no manifiesta un sufrimiento o daño físico (incluida la muerte) acorde con la intensidad de los mismos. O bien se reduce el valor de la vida presentando la muerte o el daño físico de un personaje ante el cual otros reaccionan con hilaridad o indiferencia. En determinadas franjas de edad el niño no posee un claro discernimiento de la realidad ni un sistema de valores éticos formado. Las ideas de que la violencia no tienen consecuencias y de que resulta una conducta relacional habitual entre las personas reduciría su ansiedad ante la posible conducta violenta y facilitaría su emisión.

Imitación

La teoría del aprendizaje social de Bandura trata de explicar la adquisición de muchas de las conductas que forman parte del proceso de socialización del individuo. Esta teoría enuncia la tendencia del ser humano a reproducir conductas que ha observado en otros sujetos siempre que se cumplan dos requisitos básicos:

  • Decodificación del significado de la conducta: Para que se produzca imitación, el sujeto debe realizar el schematas, o representación cognitiva de los motivos y recompensas asociadas a la conducta que observa y juzgar dicha conducta como recompensante. La violencia se muestra frecuentemente en TV como modelo apto y legítimo de solución de problemas, a través de las siguientes características:
    • Fuente de recompensa: Produce recompensas mayores que sus alternativas e incluso puede ser única posibilidad de éxito.
    • Carente de castigo: Cuando la ejercen los “buenos” o si el castigo está muy separado en el tiempo respecto al acto violento, en cuyo caso se percibirían como dos actos separados e inconexos.
    • Opción habitual: Incluso en el caso de su uso por personajes que representan la justicia, su uso no es el último recurso, sino un proceder habitual.
    • Realismo: El uso de la violencia se produce en situaciones similares a la vida cotidiana, conflicto entre personajes reales en contextos reales.
  • Significatividad: En la medida en que el sujeto perciba cercanía afectiva, atracción o identificación por el agente de la acción se facilitará la posibilidad de que reproduzca la conducta. Esta identificación se ve facilitada por el hecho de que no sólo los personajes presentados como negativos apelan a la violencia, sino que los positivos también la ejercen en igual medida, pero con diferente objetivo.

Identificación con la Víctima

Cuando se produce una identificación con la víctima por percibir en ella semejanzas con la propia persona, disminuye la tendencia a la imitación del acto violento. Por contra, aumenta la ansiedad, el miedo a ser víctima y la desconfianza hacia el prójimo (MediascopePress, 1997).

Aportación de vías de expresión de la violencia

En el contexto de sus trabajos sobre los mediadores cognitivos y ambientales de la agresión interpersonal, Berkowitz refiere la existencia de los denominados mediadores simbólicos de la agresión. Éstos consistirían en símbolos, objetos o incluso personas que actuarían como posibles acrecentadores de la posibilidad de emisión de conducta agresiva. Es decir, no serían causantes explícitos ni únicos, pero podrían dirigir o aumentar la intensidad de un acto violento (Berkowitz, L.1969). La TV podría interpretarse como un mediador simbólico capaz de proporcionar caminos nuevos para la expresión de la violencia en sujetos con cierta predisposición a la misma. Sería el caso de los “copycatcrimes” o crímenes de imitación en que determinadas personas imitan el modo violento de actuar observado en un medio televisivo. Hay que matizar que este tipo de crímenes son proporcionalmente muy poco frecuentes y se dan en personas con severas patologías.

Disminución de la Agresividad

El efecto catártico (reductor de la agresividad) de la visión de actos violentos ha tenido principalmente tres enunciaciones:

  • Aristóteles: Cuando se planteó el posible peligro del uso de la violencia en las representaciones de teatro en la antigua Grecia, Aristóteles se manifestó con un argumento fácilmente trasladable a la situación análoga de la violencia televisiva actual. El argumento consistía en que la audiencia se veía psicológicamente envuelta en la acción que transcurría en el escenario (aunque supiese que era ficción). Su agresividad alcanzaría el climax a través de los actores y ello conllevaría una placentera reducción de la presión. El espectador se encontraría al finalizar la representación moralmente edificado por esa reducción de presión y menos propenso a cometer actos violentos por sí mismo.
  • Psicoanálisis: Freud describió la conducta agresiva como una expresión de las fuerzas pulsionales inherentes al hombre. Su acumulación excesiva produciría neurosis o explosiones patógenas de ira, y por tanto, sería necesario que se liberase con cierta frecuencia. La liberación de esta energía se realizaría a través de formas socialmente aceptables. Entre estas formas de liberación catártica de agresividad se encontrarían actividades físicas violentas no dañinas (deportes de fuertes requerimientos físicos, actos de demolición, cirugía, etc), representaciones simbólicas (imaginación, escritura, pintura, etc) y, sobretodo, a través de la participación vicaria de la violencia entre terceros. En este último aspecto se encontraría incluida la visión de violencia en la televisión.
  • Catarsis condicional: Feshbach vino a matizar la aplicación de la catarsis a la violencia en TV señalando las circunstancias en que la exposición a la violencia reduciría la agresividad subsiguiente (Feshbach 1961). Al parecer, dichas condiciones consistían en que el espectador había de ser deficiente en la invención de fantasías agresivas que permitiesen la liberación de la pulsión agresiva, en cuyo caso se vería beneficiado de las aportaciones de la ficción violenta de la TV.

No existe un soporte empírico para el concepto de catarsis, pero sí algunos fuertes detractores como el propio Aronson, cuyo estudio del aumento de la excitación fisiológica ante la violencia televisada contradice plenamente la teoría psicoanalítica.

Conclusiones

Acerca de si la violencia en la TV tiene o no efectos nocivos conviene especificar que estas consideraciones se refieren a sujetos principalmente en la primera infancia, infancia media y, en menor medida, adolescencia. Aparte de esta limitación, quisiera señalar la existencia de algunos estudios que se decantan por la inocuidad de la violencia en TV y que critican la metodología de los estudios que abogan por su carácter dañino. Sin embargo, parece que los partidarios de señalar los efectos negativos cuentan con un respaldo empírico y teórico de considerable firmeza.

De las teorías aplicadas puede deducirse que sí se produce una tendencia a la imitación y una desensibilización hacia la violencia tras su visionado frecuente y prolongado en la TV. Sin embargo, lo que no parece estar tan claro es la posibilidad de que se generalice la conducta violenta ni las maneras en que se puede manifestar en el niño o el adolescente. En cualquier caso, la violencia televisada no es la única causa de manifestaciones agresivas en los niños y sus efectos pueden variar enormemente de uno a otro sujeto y según una serie de factores dignos de consideración. Estos factores estarían referidos principalmente a la forma en que se presenta la violencia (agente, contexto, consecuencias, etc), la edad del niño y su educación previa.

Como colofón, quisiera citar textualmente las conclusiones de la investigación psicosocial realizada en EE.UU. por la “Comisión Nacional para estudiar las causas y prevenir la violencia”:

Es razonable concluir que una constante dosis de violencia televisiva produce efectos nocivos en la personalidad humana y en sus actitudes; la violencia televisiva fomenta formas agresivas de conducta y alimenta ciertos valores ético-sociales favorables a la violencia en la vida cotidiana que son inaceptables dentro de una sociedad civilizada.NationalCommission, 1969

Soluciones

Las soluciones a la influencia negativa de la televisión en los niños y adolescentes poseen principalmente dos ámbitos de aplicación: El ámbito familiar en el contexto del hogar y el ámbito escolar en el centro educativo.

Ámbito familiar

La primera solución, adoptada en muchos casos y defendida por multitud de denunciantes de los efectos nocivos de la violencia a través de la TV, es la simple y directa censura. Esta censura puede ser ejercida por los padres o bien por sustitutos mecánicos de éstos, como el V-chip1. Sin embargo, la censura es una herramienta que posee muchos aspectos negativos que la convierten en una opción poco válida:

  • Es éticamente reprobable: Entre los Derechos del niño de las Naciones Unidas (Asamblea General de Noviembre de 1989) se incluye el derecho a la información. Dado que la violencia se encuentra en programas de televisión desde noticias, anuncios, programas infantiles, películas, etc… se estaría prohibiendo al niño el contacto con algunos aspectos de la realidad. Quizá este argumento se vea matizado por la conveniencia psicológica de la exposición del niño a ciertas informaciones, pero debe recordarse que es mejor tratar de enseñar al niño a decidir por sí mismo siempre que sea posible y dejar como último recurso el decidir por él (evitar la sobreprotección).
  • Es imposible realizarla de forma estricta: Existen multitud de oportunidades de acceder a la violencia televisiva a través de los anuncios, las noticias y otras televisiones ajenas a las del hogar. Los estímulos recibidos serían menores en cantidad, pero revestidos por su carácter prohibido de un especial atractivo, serán también mayores en influencia.
  • Se percibe como negativa: Los niños la pueden considerar otra manifestación de autoritarismo paterno, incitándoles a la conducta inversa como reacción.
  • Aísla de las causas reales: La ausencia de información sobre la violencia la sitúa en un abstracto carente de causas y/o consecuencias. Se desvincula así de sus causas reales y frecuentes, como pobreza, falta de educación, abuso de droga, etc.

Si bien la censura estricta resulta, a la larga, contraproducente, es cierto que se requiere cierto control, pero éste puede ejercerse siempre explicando el porqué de lo inadecuado de un programa y evitando la exposición excesiva procurando no colocar la TV en el cuarto del niño o usarla como niñera.

Como matiz o alternativa a la censura, conviene que los padres acompañen al niño al ver la televisión, de este modo se pueden llevar a cabo muchas acciones orientadas a su educación con respecto a su condición de espectador:

  • Enseñar a no ver televisión indiscriminadamente, a encenderla con intención de ver algo, no “lo que echen”. A través de la limitación del tiempo para ver televisión se motiva la elección frente a la simple contemplación aleatoria.
  • Señalar los efectos negativos de la violencia cuando estos sean omitidos, tanto las consecuencias que tendrían en la realidad los actos que se muestran como las alternativas que existen a ella.
  • No manifestar aprobación ante los actos de violencia ni los programas donde se emiten.

Dentro de un marco más general, conviene predicar con el ejemplo, ya que los niños también pueden observar casualmente lo que sus padres gustan de contemplar y encontrar fuertes contradicciones con lo que a ellos les transmiten. También conviene no utilizar la televisión a la hora de las comidas, para evitar que interfiera en la comunicación entre los miembros de la familia en una situación propicia para ello. Por último, sería deseable fomentar otras actividades alternativas a la televisión que impliquen el juego con otros niños y/o actividad al aire libre, ya que la televisión puede convertirse fácilmente en el único vehículo de ocio del niño.

Ámbito escolar

En el ámbito escolar, existe una primera solución preventiva que consiste en la transmisión de valores éticos que eduquen en el respeto por la persona. Dado que ello se supone inherente a los procesos implícitos y explícitos de enseñanza, no me centrare en ese aspecto. No por ello quisiera dejar de destacarlo como esencial en la prevención del influjo de la televisión en cuanto a la violencia y a otros posibles efectos negativos.

La enseñanza dirigida a educar para prevenir los efectos perniciosos de la violencia televisiva no puede concebirse como algo separado de la educación general para los medios de comunicación. Para poder educar al niño como espectador maduro, se requieren estrategias que puedan transferirse desde el medio televisivo a otros medios (radio, prensa, literatura, comic, etc). No sólo eso, sino que además se deben poder generalizar desde el mensaje de la conducta violenta a otros mensajes potencialmente dañinos o que presenten una realidad distorsionada. Algunas de las estrategias que abordaré a continuación están más relacionadas con el problema específico de la violencia y otras abarcan también muchos otros aspectos de la vida de la persona que también se verían beneficiados de la aplicación de las mismas:

  • Educación en inteligencia emocional: Inserto en un programa más global que comprendiera otros campos, serían de especial utilidad: El autocontrol de la agresividad, las expresiones emocionales del enfado alternativas a la violencia, las habilidades de negociación pacífica y la autonomía para la independencia del seguimiento ciego de modelos. Estas enseñanzas suponen herramientas que minimizarían los efectos del mensaje de la violencia sobre el niño.
  • Educación en solución de problemas: La exposición realista de las alternativas posibles para resolver situaciones semejantes a las de la vida cotidiana situaría la violencia como la pobre solución que supone a los conflictos. La evaluación personal y sistemática de los pros y contras de las diferentes opciones ayudarían a no copiar ciegamente los modelos inadecuados de toma de decisiones que se muestran en la TV.
  • Educación para la decodificación: Consistiría en explicar la forma de deconstruir un mensaje que llega desde los medios, “desenvolviendo” las diferentes capas o filtros que se le han ido añadiendo y que han modificado, sesgado o limitado su significado original (si es información) o bien que lo han ido configurando en su totalidad (si es opinión). Esta enseñanza de la decodificación debe incluir diferentes aspectos:
    • Conocimiento de los elementos implicados en la comunicación: Emisor, receptor, medio (o canal) y mensaje (principalmente, también hay otros elementos, como por ejemplo el ruido).
    • Conocimiento del proceso de comunicación: Codificación por parte del emisor, transmisión por el medio, decodificación por parte del receptor.
    • Identificación de los filtros que se producen en la codificación: En primer lugar, los filtros del emisor (intereses de la cadena de televisión, intereses de los anunciantes, intereses del periodista o autor concreto, limitaciones en la posibilidad de observación de un fenómeno inherentes a los sesgos humanos, etc), en segundo lugar, los filtros del medio (debidos a su lenguaje formal y otras limitaciones técnicas de la TV) y, por último, los filtros del receptor (educación, actitud hacia el medio, intereses y conocimientos previos, etc).
    • Aplicación del juicio crítico al mensaje decodificado: Identificación de falacias, cuestionamiento de la información, búsqueda de medios alternativos que sirvan de contraste, fomento de la profundización y reflexión en los argumentos propios y ajenos.
  • Práctica con una misma información codificada desde diferentes medios, buscando sus semejanzas y diferencias en el resultado. Así se muestra que hay diferentes formas de decodificar un mensaje correctamente (y también incorrectamente).

La aplicación de la educación en la decodificación con respecto a la violencia permite verificar la diferencia entre la ficción con que se muestra y la realidad en la cual sus efectos son diferentes. Se identificará cómo y por qué, en su versión mediática, la violencia no tiene consecuencias ni castigos y cómo esa visión no corresponde con la realidad. En otros campos y mensajes, permite el desarrollo de un inconformismo constructivo que actuará contra el adoctrinamiento y la asunción pasiva y acrítica de los mensajes. Además, esta decodificación inteligente no se limita al medio televisivo, sino que puede aplicarse a los diferentes medios que contribuyen a construir la realidad del niño.

Consideraciones positivas con respecto a la TV

Un término típico para denominar la televisión es “la caja tonta”. Es una clara expresión de la muy negativa imagen que por lo general se tiene de ella. Es despreciada incluso por quienes la ven asiduamente y, en ciertos círculos, se tiende a ocultar la afición a contemplarla, por considerarla indigna del sujeto de cierta cultura. En relación al niño, la televisión se presenta dramáticamente como la caja de Pandora por cuyo boca de tenebrosa luz catódica se vomitan los males sobre los indefensos infantes que se someten a la podredumbre de su influencia. En cierto modo, el tema general de esta reflexión podría venir a confirmar esta imagen de la televisión como corruptora y amenaza para la salud mental y social de las personas, especialmente de los niños. Sin embargo, quisiera aclarar que la televisión no es, en sí misma, nada más que un medio de comunicación de masas: como tal, es eminentemente neutro. Es fácil confundir el mensaje con el medio, pero no ayuda a explorar sus posibilidades. La evaluación global de la televisión actual arroja unos resultados pobres, en realidad bastante negativos, pero no significa que sean los únicos posibles ni los únicos presentes.

Lo presente

En la televisión hay muchos programas que ofrecen la posibilidad de enriquecimiento: Documentales, programas explícitamente educativos, concursos donde se premia la cultura e inteligencia, etc… También existen multitud de iniciativas para el desarrollo de la TV educativa a lo largo y ancho del mundo: NHK en Japón, orientada a la educación formal del niño; BBC en Reino Unido, con programas orientados a diversos niveles de educación y un comité explícitamente centrado en este tema; Cinquième, en Francia; ZDF en Alemania; y la famosa CTW (Childrentelevisionworkshop), responsable de la serie “Barrio Sésamo” entre otras, etc. En España, han existido algunas iniciativas en este sentido, principalmente dedicadas a la enseñanza de idiomas (“That´senglish”), pero no exclusivamente (“La aventura del saber”, “El hombre y la tierra”, etc), además de beneficiarnos de programas educativos adquiridos a otros países (“Barrio Sésamo”, “Le infinitevoyage”, etc).

Lo posible

El medio televisivo posee la ventaja de llegar simultáneamente a muchos receptores. Algunos de los mecanismos que derivan en efectos perniciosos pueden ser invertidos y utilizados para fines positivos. Por ejemplo, la conducta pro-social y el uso de cooperación o alternativas a la violencia, si se muestran explícitamente, también producen modelado e imitación. La televisión puede ser fuente de mucha información interesante y enriquecedora para la formación del individuo en su hogar, y en el contexto del aula puede contribuir como instrumento complementario (que no sustituto) de otros materiales didácticos.

Como medio, la televisión todavía está comenzando a configurar su identidad formal, sometiéndose a reglas autoimpuestas derivadas de la imitación de las fórmulas de los medios antecesores. En sus comienzos, la TV era una mera radio con imagen, hubo de pasar cierto tiempo hasta que comenzara a explorar las posibilidades de su propio potencial expresivo. Ahora posee capacidad técnica (TV digital e interactiva, a demanda y a través de internet) para proceder a un cambio cualitativo de importancia en el desarrollo de su lenguaje particular de comunicación. Cabe esperar que este desarrollo se vea acompañado de una evolución del contenido que nos aleje de lo que, hoy por hoy, impide a la TV ser algo más que un medio dirigido al esparcimiento y le permita llegar a ser un medio para el crecimiento.

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