Las personas son como series de televisión
Hace ya unos años que comenzó la revolución actual de las series de televisión. Cadenas como la americana HBO decidieron comprometerse con la calidad y arriesgar con formatos y temáticas diferentes que se alejaban del gusto homogeneizado considerado comercialmente rentable. El resultado fue que el público respondió increíblemente bien y se ha ido ampliando la oferta de series originales que han escalado hasta convertirse en una importante fuente de ocio y frecuente contenido de conversaciones. ¿Por qué las series enganchan tanto? Porque las personas son como series de televisión.
Las personas tienen una trama de sucesos y temporadas
Aquí el parecido es con las series de continuidad, aquellas que cuentan una historia fragmentada en episodios (como Juego de Tronos, por ejemplo), frente a aquellas en las que cada episodio es prácticamente independiente y autoconclusivo (como Big Bang Theory o Modern Family). En las series de continuidad se cuenta una historia que va avanzando, desarrollando tramas y mostrando la evolución de personajes. Recientemente me encontré a un amigo de la carrera que hacía mucho que no veía y lo primero que me dijo fue “Cuéntame cómo te va”. Porque realmente eso es lo que hacemos las personas cuando nos vemos, nos contamos nuestras vidas. Yo le respondí “¿Cuándo fue la última vez que nos vimos?”, porque necesitaba saber en qué temporada de mi vida se había quedado y no adelantarme. Luego le conté qué había pasado en mi vida desde entonces, procurando hacer alguna pausa dramática antes de giros inesperados (los famosos spoilers) como que había tenido otro hijo o que me dedicaba a la hipnosis en mi profesión de psicólogo. “-¿Cómo acabaste haciendo hipnosis? -Es una historia curiosa…”. Y así le fui contando esa etapa de mi vida. Después él me contó sobre su vida, porque yo también llevaba un par de temporadas de retraso y, además, la última vez que le había visto estaba en una situación no muy buena en el trabajo, así que me contó cómo se resolvió todo y me alegró saber que le había ido bien. Al ponernos al día de las series de nuestras vidas, preguntamos por otras series que habíamos seguido, las vidas de otras personas de la carrera y nos contamos un poco cómo iban las tramas de sus vidas. “-Inés se casó – Anda, a ver si la llamo y me cuenta”. Efectivamente, de las personas que nos importan también nos gusta conocer su historia y los sucesos de sus vidas. Entre una y otra vez que les vemos pueden pasar temporadas enteras y si pierdes el contacto durante bastante tiempo, te pierdes de la trama y no sabes lo que pasa. Por supuesto, de las personas que son verdaderas amigas siempre estás dispuesta a hacerte una maratón de episodios tomando un café y ponerte al día aunque haya pasado mucho tiempo desde el último capítulo.
Las personas tienen cliffhangers
Un cliffhanger, es citando la Wikipedia (sí, la Wikipedia, es un término de cultura popular):
Un cliffhanger (literalmente “colgando de un acantilado”, que también se puede traducir como “al borde del precipicio” o “al borde del abismo”) es un artificio narrativo mediante el cual la escena que normalmente, al final del capítulo de una obra de ficción que se espere que continúe en otra entrega, genera el suspense o la conmoción necesaria para hacer que el lector o auditor se interese en conocer el resultado o desarrollo de dicho efecto en la siguiente entrega.
Pues eso, que te dejan con la intriga de qué va a pasar. También sucede esto cuando alguien que nos importa nos dice “-Esta noche le pido a “menganita” que se case conmigo -¡Esta noche! ¡En cuanto te diga nos lo cuentas!” o “-Me presento mañana a la oposición a ver cómo va -¿Lo llevas bien? – Sí, pero es mucha gente, nunca se sabe – Pues en cuanto se sepa me lo dices”. Sucesos importantes en la vida de personas que queremos nos mantienen atentos y pendientes, deseando saber qué pasa después, incluso aunque no nos afecten directamente, ya que empatizamos con sus emociones y experiencias. Igual que el último episodio de la temporada de nuestra serie favorita, los sucesos importantes de la vida de nuestras personas favoritas nos mantienen enganchados.
Las personas tienen tramas y subtramas
A menudo las series se valoran también por su profundidad en cuanto al transcurrir paralelo de tramas que se relacionan entre sí y personajes que van evolucionando. Típicamente preguntamos a la gente acerca de diferentes aspectos de sus vidas, por ejemplo el trabajo, la pareja e hijos (familia actual), la familia de origen, el ocio, la salud, las amistades, etc. Estamos al tanto y pendientes de cómo se resuelve el conflicto con el jefe, el tema aquel del ascensor y la comunidad de vecinos, el niño que suspendió todas y no se sabe si repetirá, etc. Conocemos las subtramas y personajes secundarios de sus vidas. Recuerdo a una amiga mía diciéndome que le costaba seguir todas las tramas de los distintos personajes de Juego de Tronos, opinaba que era muy lioso. Es la misma persona que está al tanto de la vida de todos sus amigos y sus parejas, hijos, trabajos, etc con una maestría (y memoria) impresionante. La he visto encontrarse con la madre de una amiga lejana y preguntarle por la hermana (de la señora) y el marido, sus trabajos, salud, etc. Comentó detalles y circunstancias de la vida de la señora, relacionándolos con otras vecinas, la hija y otras personas que ambas conocían, con interés genuino y mostrando un conocimiento que realmente me dejó impresionado. Al lado de eso, Juego de Tronos es para principiantes.
Las personas sólo cuentan lo importante
Generalmente, en una serie no nos enseñan a la gente comiendo, yendo al baño, echando la siesta, o esperando el autobús. Salvo que suceda algo relevante para la historia, esos momentos no son importantes ni interesan. Como dice Scott McKee, lo que se cuenta es aquellos momentos en los que sucede un cambio relevante en las circunstancias o el personaje. Narrar es dar testimonio del cambio, especialmente del cambio en una característica personal de uno o varios protagonistas. Lo mismo pasa con las personas que nos cuentan sus historias, sus vidas. No nos cuentan qué comieron, salvo que sea una comida distinta o relevante o en un lugar especial. Pero sí nos cuentan aquello que supone un cambio relevante en sus vidas. No sólo las personas nos cuentan estos aspectos de sus vidas, sino que también nos contamos a nosotros nuestras propias vidas en estos términos. Es decir, la identidad de las personas la construimos a partir de una selección de experiencias que encajamos en una trama y con un sentido general que encaja con lo anterior, ampliándolo. Es lo que llamamos narrativa, y supone la historia de nuestra vida, con un sentido general que nos define. Generalmente omitimos o incluso ajustamos informaciones irrelevantes o contradictorias con dicha historia para que encajen con la narrativa que tenemos. Recuerdo un amigo que se cuenta su historia como la de un hombre poco capaz diciéndome que aprobar una carrera de cinco años año por año (trabajando a la vez) había sido una cuestión de suerte. Para que encajara con su narrativa de ser poco capaz, atribuía sus éxitos a la suerte.
Las personas nos hacen participar de sus experiencias
Cuando vemos una serie, podemos descubrir cómo es la vida cotidiana de un policía, un gánster, un asesino en serie, un doctor, etc y participar de sus experiencias y emociones. Cuando las personas nos cuentan sus historias y sus vidas, también empatizamos y vivimos lo que les sucede. Nos permite experimentar vidas ajenas vicariamente, sin el riesgo de dejar la propia. Las historias que nos cuentan sobre sus vidas se parecen más a la narrativa de nuestra propia identidad que a cómo vemos en directo la vida de otros a nuestro alrededor. Es como vivir lo que otros viven, como ensayar vidas ajenas en el lenguaje en el que nos contamos la propia.
Las personas tienen foros donde los fans comentan los episodios
Al igual que las series, las personas tienen foros donde comentan los avances y los personajes implicados. Las redes sociales son el gran descubrimiento de los empresarios de Internet que se han dado cuenta de que no necesitan guionistas o escritores que les provean continuamente de contenidos relevantes, emocionantes y capaces de interesar a sus audiencias. Lo único que necesitan es proveer de una infraestructura de contacto y las propias personas se cuentan sus historias unas a otras. El principal canal de series que enganchan no es HBO, es Facebook.
Conclusión
En el cine y las series de televisión ha habido una evolución. Algunas triunfan y consiguen espectadores y otras se hunden en el olvido. Su capacidad para emocionar e interesar es el factor capaz de hacerlas sobrevivir. En su evolución han ido pareciéndose cada vez más a la experiencia de conversar con otra persona y participar de su vida y experiencias, ya que esto es algo propio del ser humano y motivador en sí mismo. El acierto de las series también se apoya en su capacidad para adaptar su forma de narrar a la forma en que generamos las personas nuestras narrativas internas y cómo las transmitimos a otras personas. Del estudio de estas narrativas y su uso en psicoterapia se encarga la Psicoterapia narrativa y el Storytelling.
Así que valga el juego de palabras en el título. Las series tienen éxito porque, en realidad no es que las personas sean como series de televisión, es que las series son como las personas.
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