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Meditación y Mindfulness vs. Hipnosis: semejanzas y diferencias

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El presente post surge con el deseo de conocer mejor las bases y características de dos prácticas con alto potencial terapéutico, aunque lo alcancen por vías diferentes, como son la meditación (incluido el mindfulnes como categoría dentro de la misma) y la hipnosis. Ambas comparten un efecto sobre la conciencia, el ser antiguas (pero llevar relativamente poco tiempo incorporándose a las líneas de psicoterapia más ortodoxas o conocidas) y el tener que luchar contra unos mitos y suposiciones sobre ellas que perjudican su credibilidad.

Meditación

Segovia (2004) explica cómo la cultura mental en el budismo se fundamenta en dos pilares: la serenidad (samatha), la cual está emparentada con la recta concentración, y la visión cabal (vipassana), que, asociada a la recta atención, penetra en la naturaleza de las cosas. Cualquier estilo de meditación budista se caracteriza por la presencia de samatha y vipassna (serenidad y visión cabal). Son estas dos categorías (Serenidad/samatha y visión cabal/vaipassana/mindfulness) las que incluyen la mayoría de las referencias a la meditación

  • Meditación de serenidad: La práctica base consiste en concentrarse en un punto y permitir a la mente permanecer allí. Algunos puntos tradicionales de concentración son la respiración, en términos de movimiento del vientre o de las sensaciones de calor y frescor en la nariz mientras entra y sale el aire. Se concentra la atención en un punto, donde se mantiene y si se descubre que la mente vaga hacia otros pensamientos se devuelve gentilmente al punto focal (Tart, 2001).
  • Meditación de plena atención: Tart la denomina meditación de insight, y se refiere también a ella con el término budista Vipassana, aunque es común que se mencione como Mindfulness o Atención plena. El foco atencional se amplía y abarca un rango de fenómenos mayor, como las sensaciones corporales que estén teniendo lugar. Se instruye al meditador en prestar atención a lo que se siente en ese momento, sin tratar de controlarlo. La intención es entrenar en el insigt y la ecuanimidad. Se utilizará la atención para seguir lo que esté sucediendo con claridad y ecuanimidad. Aunque en etapas iniciales de entrenamiento el rango atencional se comienza restringiendo a sensaciones físicas, con el tiempo y la experiencia se amplia para abarcar también cualquier otra experiencia incluyendo los pensamientos. (Tart, 2001)
  • Otras formas de meditación: Segovia (2004) expone al menos otros dos formatos, la meditación inquisitiva (donde una pregunta activa el proceso meditativo) y la creativa (que incluye visualizaciones y objetivos diversos). Además de estas variantes, propias del budismo, y otras propias de la meditación hindú, sufí, etc, existen muchas otras prácticas autodenominadas genéricamente “meditación” que, en realidad, sólo comparten el mantener cierta concentración y los ojos cerrados, en general relacionados con algún tipo de relajación o visualización guiada. A efectos de este texto sólo consideraremos como meditación propiamente dicha aquellas prácticas de serenidad y plena atención.

Mindfulness

Hipnosis

Una de las definiciones más consensuadas de la hipnosis es la elaborada por la División 30 de la APA (Division of psychological hypnosis):

“La hipnosis típicamente involucra una introducción al procedimiento durante la cual se le dice al sujeto que se presentarán experiencias imaginativas. La inducción hipnótica es una sugestión inicial extensa para usar la imaginación propia, y puede contener elaboraciones que amplíen la introducción. Se utiliza un procedimiento hipnótico para incitar y evaluar las respuestas a la sugestión. Cuando se está usando la hipnosis, una persona (el sujeto) es guiada por otra (el hipnotizador) para que responda a sugestiones para hacer cambios en la experiencia subjetiva, alteraciones en la percepción, sensación, emoción, pensamiento o conducta. Las personas pueden también aprender autohipnosis, que es el acto de administrarse procedimientos hipnóticos a uno mismo. Si el sujeto responde a sugestiones hipnóticas, se infiere generalmente que se ha inducido la hipnosis. Muchos creen que las respuestas y experiencias hipnóticas son características de un estado hipnótico. Mientras algunos piensan que no es necesario utilizar la palabra “hipnosis” como parte de la inducción hipnótica, otros lo ven como esencial. Los detalles de los procedimientos hipnóticos y las sugestiones diferirán dependiendo de los objetivos del practicante y los propósitos del esfuerzo clínico o de investigación. Los procedimientos tradicionalmente incluyen sugestiones de relajación, pese a que la relajación no es necesaria para la hipnosis y se puede usar una amplia variedad de sugestiones, incluidas las de estar más alerta. Se pueden utilizar sugestiones que permitan evaluar la extensión de la hipnosis mediante la comparación de las respuestas con escalas estandarizadas tanto en contexto clínico como de investigación.[…]”

Existiendo multitud de variantes de la hipnosis, realmente se pueden distinguir dos grandes formatos que se solapan en ciertos puntos. Son la hipnosis clásica y la hipnosis ericksoniana. Ambas incluyen el trance como facilitador de la receptividad a cambios o aprendizajes en comportamientos, asociaciones emocionales y/o significados, pero difieren en sus técnicas para alcanzar esa receptividad. En el caso de la hipnosis clásica la base consiste en técnicas con procedimientos estandarizados que evalúan la receptividad, establecen el trance mediante pasos preestablecidos y utilizan los fenómenos hipnóticos para llevar a cabo una intervención terapéutica. En el caso de la hipnosis ericksoniana, existe más flexibilidad en los medios para lograr la receptividad y el trance, que se apoyan en la atención al uso del lenguaje, la adaptación a las características específicas de cada individuo y del objetivo terapéutico. Además la hipnosis ericksoniana utiliza ampliamente la metáfora, las historias y las intervenciones paradójicas para lograr los fines terapéuticos.

Pese a estas diferencias en su formato de inducción (el procedimiento para facilitar el trance) y su intervención terapéutica, ambas comparten el uso del trance como un elemento fundamental y es el trance lo que compararemos con la meditación en este caso.

Hipnosis

Comparación fenomenológica

Respecto a la fenomenología de ambos estados, quizás el primer aspecto a reseñar es el de la ocurrencia, ya que estados de conciencia superficiales relativamente cercanos a la hipnosis, como el de estar absorto en un libro y laguna tras una actividad se dan de forma más frecuente y cotidiana (Kokoszka, 2000), mientras estado más profundos, que incluirían los estados meditativos, son mucho menos abundantes de forma espontánea y requieren no sólo un ejercicio voluntario, sino también entrenamiento y constancia.

Frente a esta inducción ritual heterodirigida, la meditación es mayoritariamente autodirigida (Cardoso, 2004), de manera que los fenómenos que produce no responden a una planificación externa, terapéutica o no, sino a un esquema interno inherente al ser humano.

Comparando estudios en los que se utilizaba el PCI (Phenomenology of Consciousness Inventory, Holroyd et al. (2003) descubrieron que en estudios con personas altamente hipnotizables bajo autohipnosis y estudios con meditadores realizando meditación kundalini mostraban en ambos casos alteración en el estado de conciencia, autoconciencia, sentido del tiempo, percepción y significado. En la hipnosis la atención se mueve desde un enfoque en la imaginación en niveles medios de PCI, hasta un foco libre flotante en autohipnosis profunda. Entre los meditadores hay semejanzas, con matices sobre los cuatro niveles de absorción: la atención comienza focalizada en el objeto de concentración, después pasa a la placidez, finalizando con el foco en la quietud. En hipnosis el pensamiento se mueven desde escenarios totalmente imaginarios o reales hasta estar totalmente absorbido o desaparecido. En meditación el pensamiento se mueve desde un estar activo, a través de la concentración, hasta un estar detenido, y a pesar de todo con presencia de conciencia plena en niveles profundos. Como indica Shor (1979) “a medida que el trance hipnótico profundiza hay también una pérdida temporal de la monitorización ejecutiva autorreflexiva, al menos dentro de los límites de la consciencia… [la perdida de] el pequeño self psíquico situado en la periferia de la consciencia mirando lo que ocurre.”

Dietrich  (2003) refiere cómo fenomenológicamente los meditadores refieren un estado que es consistente con una función frontal disminuida, como sentido de ausencia del tiempo,  negación del self, poca o ninguna autorreflexión o análisis, poco contenido emocional, poco pensamiento abstracto, ninguna planificación y sensación de unidad. Asimismo, en el caso de la hipnosis, los sujetos hipnotizados refirieron o mostraron analgesia, imágenes vívidas, alucinaciones en todas las modalidades sensoriales, amnesia, sensación de ausencia del tiempo, desapego del self, disposición a aceptar distorsiones en la lógica y realidad (Kihlstrom, 1985; Tart, 1979). Una de las características principales del estado hipnótico sería la falta de inicativa y voluntad de movimiento. Ante ambas descripciones, la conclusión es que se informa de una pérdida del sentido del self  mayor bajo meditación que bajo hipnosis. Mientras que la flexibilidad cognitiva y acción voluntaria se ven más disminuidas en la hipnosis que en la meditación (Dietrich, 2003).

Un aspecto a tener en cuenta es la centralidad de la experiencia del yo, Segovia (2004) habla de este aspecto referido a las psicoterapias, pero en este caso existe una clara analogía en el caso de la hipnosis respecto a la meditación. En las psicoterapias la referencia es siempre el yo. O parten del yo o van hacia el yo, de forma que podríamos decir que se redimensiona el yo desde el yo, no abandonándose el territorio de la dualidad. En la meditación se parte del yo, de la dualidad, hacia el no-yo, hacia la no dualidad. La psicoterapia pretende adaptar al individuo, mientras que los caminos de la meditación conducen a la liberación de la percepción del yo como condicionante de la experiencia. (Segovia, 2004)

Grant (2005) señala que la hipnosis se caracteriza por cambios en varias dimensiones de la experiencia subjetiva (Price et al., 1990; Rainville et al. 2003) incluyendo relajación y absorción. La relajación mental se refiere al flujo de pensamiento, mientras que la absorción mental implica un cambio de formas de atención externamente dirigidas y activas (con esfuerzo) a una atención dirigida y pasiva. Estos cambios conducen a una reducción en la orientación espacial y temporal.  La hipnosis se caracteriza también por un sentido de la automonitorización  y la autodirección  alterados que se manifiestan experiencialmente  mediante resistencia reducida a experiencias alternativas y sensaciones de automaticidad asociadas con pensamientos y acciones. Mientras la relajación mental y la absorción se consideran generalmente esenciales para alcanzar estados de meditación, el ensanchamiento del espacio experiencial y el sentido alterado del self pueden ser más específicos de ciertas formas de meditación. (Austin, 1998)

Uso de la atención

Focus

La meditación y la hipnosis parecen tener en común al menos el requerir  concentración mental y receptividad por parte del practicante, (Brown & Fromm, 1986;  Carrington, 1993) así como absorción (Tellegen & Atkinson, 1974; Smith, 1987). Holroyd (2003) se refiere a este proceso al explicar que tanto en la meditación como en la hipnosis se comienza con una relajación y concentración mental mediante focalización atencional. En la meditación actual suele concentrarse en la respiración y en la hipnosis en un punto fijo, péndulo o las propias sugestiones. En hipnosis se ha descrito el proceso como desatender los estímulos en competencia (Crawford 1994) y en meditación como un dejar pasar los pensamientos y percepciones (Khema, 1997).

Tanto la concentración como cierto grado de mindfulness son elementos cruciales y familiares en hipnosis (Otani 2003). Brown & Fromm (1986) aclararon que el trance hipnótico no se caracteriza sólo por una “atención concentrada y focalizada” sino también por una “receptividad del ego”. Esto último es especialmente relevante tanto para la hipnosis como para la meditación ya que sugiere una suspensión temporal de la conciencia crítica de la realidad externa. En este modo receptivo, el ego sirve como “permitir que las cosas sucedan, [….]conduciendo a una mayor disponibilidad de material inconsciente” (Brown & Fromm, 1986). Si bien cabe señalar que la implicación en la meditación es la de permanecer en ese estado de suspensión del juicio o ecuanimidad, mientras en el caso de la hipnosis se trata de aumentar la receptividad a sugestiones externas.

 

Disociación

En la disociación nos encontramos con una de las principales diferencias entre la hipnosis y la meditación. La hipnosis establece un estado de alta sugestionabilidad en la que la disociación permite acceder de forma voluntaria, generalmente dirigida por el hipnotizador, a fenómenos que se suelen presentar de forma automática e inconsciente. La disociación se puede utilizar como una forma de separar la conciencia del individuo del contexto y asociarla a un contexto ficticio (alucinación), a una experiencia anterior (regresión) o posterior (progresión) para realizar el trabajo terapéutico correspondiente. También puede disociarse al individuo de su estado de juicio y control para permitirle ejecutar actos posibles pero generalmente obstaculizados por sus creencias o por su juicio crítico (catalepsia muscular, analgesia, etc). En ambos casos la disociación aparta al individuo del aquí y el ahora, o bien de su propio juicio sobre su conducta. En ese sentido, la meditación permite exactamente lo contrario, es decir, devolver al individuo al aquí y al ahora de manera que su percepción de ese aquí y ahora (tanto interno como externo), no se vean nublados por juicios y asociaciones con otras ideas y creencias derivadas de su experiencia previa, de forma que, en su ecuanimidad, no quite ni ponga nada a la “realidad externa”. Por tanto, a diferencia de la concepción ce Corrigan (2002) de que la meditación supone una disociación, se puede plantear que la ecuanimidad es una forma de asociación pura. Ciertamente la meditación de serenidad implica disociarse de ciertos contenidos, pero al estrechar el foco atencional lo prepara para que la asociación posterior mediante la conciencia plena sea posible sin que la atención pase de los contenidos ecuánimemente percibidos a sus asociaciones potenciales en la mente del individuo. De manera puede plantearse que la hipnosis se apoya en la disociación (generalmente para realizar un trabajo terapéutico sobre las circunstancias internas del paciente), mientras la meditación busca lo que podríamos llamar una “reasociación”.

Usos y aplicaciones

Como factores distintivos en cuanto a la finalidad o utilidad de ambas, Holroyd (2003) señala al menos que la hipnosis habitualmente requiere dos personas, mientras la meditación es una práctica que se realiza solo. Asimismo la hipnosis no tiende a ser vista como una habilidad a desarrollar, mientras la meditación es claramente planteada como tal por los meditadores.

Las personas que practican hipnosis esperan entrar en un estado alterado donde sean más sugestionables y suelen estar interesados en un objetivo específico como la reducción de síntomas. Los meditadores están interesados en objetivos a largo plazo relacionados con salud mental, serenidad, insight, liberación espiritual o iluminación. Las personas que ejercitan la meditación esperan que la experiencia de meditar les permita ver la realidad sin condicionamientos emocionales previos. Esto es, ser capaces de ver como sus percepciones cambian cada momento y no son de fiar, como su sentido del self es construido desde esas experiencias efímeras, y como intentar aferrarse a una única realidad fija produce insatisfacción y estrés (Holroyd 2003). Esta idea es expresada con más vehemencia por Tart (2001) que señala que en la hipnosis se espera que sucedan experiencias inusuales, pero se espera también que sean transitorias, no que dejen efectos permanentes más allá de los terapéuticos de recuperación de la normalidad o la salud. kabat zinn mindfulnessEn la meditación se espera un progreso espiritual. Se espera liberarse del sufrimiento inmediato, como las preocupaciones por las tensiones y dolores corporales, así como crear las bases para eventualmente trascender el sufrimiento. De hecho, la meditación de consciencia plena permite la posibilidad de un logro mayor, la iluminación completa. En palabras de Tart (2001) El estado hipnótico es útil para organizar y estructurar el proceso de pensamiento, y consecuentemente las emociones y percepciones. El estado hipnótico permite un control más preciso del pensamiento, los estados meditativos nos llevan en la dirección de trascender el pensamiento en general.

Cabe añadir que, de forma relativamente reciente, algunos formatos de meditación se han incorporado como herramientas terapéuticas en diversos formatos de terapia psicológica. Se han denominado más habitualmente mindfulness que meditación para separar su objetivo terapéutico del habitualmente espiritual propio de la meditación tradicional. En este sentido, el mindfulness busca y produce una serie de beneficios psicológicos (regulación y relativización del pensamiento y su juicio evaluativo) y no hace énfasis en las prácticas que favorecen   beneficios propiamente espirituales propio de prácticas de meditación tradicional (lo anterior acompañado de trascendencia e iluminación).

Al plantear ¿Por qué es terapéutica la meditación? , Segovia (2004) nos remite a la teoría del aprendizaje como proceso de extinción que descondiciona los aprendizajes de condicionamiento clásico e instrumental que se interponen ante la realidad no permitiéndonos vivirla tal cual es, de modo que acaban, poco a poco, extinguiéndose.

hipnosis ericksoniana 1

La hipnosis, por su parte, permite repasar esos condicionamientos o las creencias mediante la exposición en ese entorno que es para el cerebro más próximo a lo vivido realmente que a lo imaginado (Szechtman,1998) donde se crean terapéuticamente condiciones de seguridad y pueden vivirse experiencias emocionales correctoras, ya sea en el pasado mediante la regresión y la revivificación con la emoción disociada o con recursos añadidos, ya sea mediante la progresión temporal en la que no se producen los automatismos patológicos y se crea una nueva pauta, etc. De igual manera pueden condicionarse en una sola sesión nuevas respuestas (sugestión posthipnótica) o favorecer asociaciones que activen recursos o procesamientos más eficientes de la información en el paciente, como es el caso de la hipnosis Ericksoniana.

Podemos plantear entonces que la hipnosis es una herramienta general para activar recursos (fenómenos hipnóticos, asociaciones positivas) utilizables como terapia y la meditación es en sí misma terapéutica.  Planteamos entonces que la hipnosis permite vivir como ciertas experiencias ficticias o construidas terapéuticamente para resultar transformadoras y reconstruir creencias o modelos del mundo erróneos, patológicos o desadaptativos, mientras la meditación permite enfrentarse a la realidad prescindiendo de esos modelos plenamente.

En los fines ambos difieren en un principio, ya que el fin de la hipnosis es terapéutico, mientras el de la meditación es en parte terapéutico y en parte de carácter espiritual. Pese a ello, pueden disponer en la terapia de un lugar de encuentro donde la hipnosis permita al sujeto remodelar sus creencias y modelo del mundo en un contexto seguro y la meditación prevenga la generación de nuevos modelos distorsionados y favorezca una experiencia más directa de la realidad.

 

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By | 2017-09-20T10:19:31+00:00 Junio 5th, 2017|Sin categoría|0 Comments

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